Sunday, May 21, 2006

Viendo al Invisible


Viendo Al Invisible

Hebreos 11:27

El escritor del libro a los Hebreos hace la siguiente referencia de Moisés: “Por fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible”. De acuerdo a estas palabras podemos entender que la visión de Moisés echó fuera el temor que él tenía a la ira del rey Faraón (Hebreos 11:27). Unos cuantos versos anteriores a esta cita se nos informa que nuestros antepasados, empezando con el padre de la fe: Abraham, vieron las promesas de lejos y creyéndolas las saludaron (Hebreos 11:13). Que tremenda visión de aquellos hombres a quienes no les fue concedido ver las promesas en su cumplimiento, pero aun así se distinguieron en su entusiasta entrega y servicio a Dios. En el segundo libro de los Reyes encontramos el relato de el sitio que rey de Siria ordenó en la cuidad de Dotan donde vivía el profeta Eliseo. Dice la escritura que Giezi, siervo del profeta, se levantó de mañana y vio que estaban rodeados de soldados sirios y temió delante de tal escena. Llamó entonces a su señor y exclamó: “¡Ah señor mío! ¿Qué haremos? Entonces Eliseo le dijo: “No hayas miedo: Porque mas son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y dice que “oró Eliseo, y dijo: “Ruegote oh Señor, que abras sus ojos para que vea. Entonces El Señor abrió los ojos del mozo, y miró: y he aquí que el monte estaba lleno de gente de acaballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (II Reyes 6:14-17). Podríamos decir que en ocasiones lo visible nos obstruye que veamos lo invisible. Se dice que cuando alguien pierde la vista física sus demas sentidos se perfeccionan, como lo es el tacto, el oído, el paladar, etc., Esto quiere decir que el lugar que la vista tiene en el ser humano es de inmensa importancia y que las demas funciones del cuerpo dependen bastante de esta facultad. El trabajo que el ojo humano realiza es increíblemente complicado. Este se compone de 16 partes mayores y diferentes cada una de la otra. Estas tienen su función particular para darnos la imagen o fotografía del objeto o información visual que entra por el ojo y que se registra en nuestro cerebro. Por cierto que es en nuestro cerebro donde realmente vemos, oímos y sentimos. La prueba de ello es que al estar inerte el cerebro, el dolor no se registra, las imágenes no se registran, los sonidos no se registran. Por lo tanto no se ve, ni se siente ni se toca. Estamos claros entonces de que nuestros cinco sentidos son solo vías por las cuales entra información a nuestro cerebro. Todo este proceso intrínseco y complejo nos grita a gran voz diciéndonos que Dios, El Diseñador de todo, quien puso al genero humano dentro de un mundo visible, con el fin de que por medio de lo visible vea lo invisible (Romanos1:20, Hechos 17:28) puso mensajes de grande valor en la naturaleza para que al verla el humano, hubiere él de inquirir, analizarla y hallar a Dios en el proceso. Hay un adagio que dice que: “Un retrato vale mil palabras”.

Al observar todo esto con el lente espiritual podemos identificar la tremenda importancia que la vista tiene en el aspecto espiritual. Así como el ojo se forma de 16 componentes mayores para trabajar en unidad y traducir las ondas electromagnéticas de luz en un tipo de impulsos nerviosos que se transmiten al cerebro por conducto del nervio óptico, así también nuestra vista espiritual se compone de varios componentes como lo son la humildad, el corazón limpio, el amor fraternal, la fe, virtud, ciencia, templanza, paciencia, temor de Dios y otras mas que transportan la luz al alma para que veamos Al Invisible y lo invisible de Su creación. El Señor habló bastante de la preponderante importancia de la vista espiritual. Pensemos en que El Señor quien colocó los ojos físicos del ser humano en el lugar apropiado, (en la cabeza, cerca del cerebro) también instaló los ojos del ser espiritual junto a la parte céntrica del ser espiritual el cual es el alma. Y desea Él que Sus hijos tengamos nuestra vista espiritual bien abierta para que veamos lo invisible y caminemos seguros sin engaño. Las Sagradas Escrituras nos indican que los apóstoles y discípulos del Señor entendieron esto a la perfección. Sabemos esto por sus expresiones, como las siguientes: “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las cosas que no se ven: Por que las cosas que se ven son temporales, mas las que no se ven son eternas” (II Cor. 4:18), “Porque por fe andamos no por vista” (II Cor.5:7), “Poned la mira en las cosas de arriba no en las de la tierra” (Col.3:2). Otro hombre de Dios que vivió muchos antes de Pablo exclamó las siguientes palabras: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en el polvo y en la ceniza” (Job 42:5,6). Todos estos hombres de Dios hablaron de la vista espiritual y de sus experiencias personales en que se asomaron al mundo invisible de Dios. Veamos entonces que el tener la vista espiritual abierta produce confianza en Dios, como Moisés y también una profunda humillación como Job. Entendemos, incluso que la vista física es influenciada por la vista del alma. Esto es decir que las cosas se ven dentro de cada cerebro individual, de acuerdo a lo que está en su mente. Por eso creemos que para ver las cosas del punto de vista de Dios necesitamos tener “la mente de Cristo” (I Cor. 2:16). Debo aclarar que al hablar de esto no me refiero a las visiones y experiencias incongruentes de muchos cristianos que fabrican imaginaciones en su fiebre emocional que al final los desvían de la verdad. El tema que aquí nos ocupa se trata de lo serio, estable e inconmovible de Dios. Lo que se sujeta al orden ya establecido en el Libro Santo de Dios: La Biblia (I Corintios 14:32,33).

Entendidos de esto continuamos. Entendemos que así como la vista física juega una importancia colosal en todas las actividades y funciones interrelacionares y personales del ser humano, también en el cristiano la vista espiritual tiene su importancia superante. La vista espiritual se necesita para vernos a nosotros mismos tal y como somos en verdad y también para ver a Dios en nuestro diario vivir. Dentro de las bienaventuranzas El Señor Jesús menciona una que tiene que ver con la vista. Dice El Maestro las siguientes palabras: “Bienaventurados los de limpio corazón porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8). Esto me dice que una de las condiciones para ver al Invisible es necesario ser de corazón limpio. Y creo que allí no se refiere únicamente a ver a Dios en Su gloria, en Su segunda venida, sino que esta expresión del Maestro incluye el mirar a Dios en nuestro diario caminar. Esto me hace recordar las palabras de uno de los cantos de nuestro amado anciano Pastor Efraim V. Sr. que dicen: “Te miro Señor en la llanura. Te miro Señor en las praderas. Te miro Señor en las alturas. Donde quiera que voy, donde quiera que estoy yo te miro Señor”. El apóstol Pedro nos refiere una lista de nueve virtudes que dan vida a nuestros ojos espirituales y dice que el que no tiene esas nueve virtudes “es ciego, tiene la vista muy corta…” (Padece de miopes) (II Pedro 1:5-9). Juan apóstol nos presenta todavía otro vistazo del odio o aborrecimiento fraternal que produce ceguera espiritual: “Mas el que aborrece a su hermano, está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe á donde va; porque las tinieblas le han cegado los ojos” (I Juan 2:11). Son muchas las enfermedades espirituales que ciegan al cristiano. Se dice de cierto rabí que dio la siguiente contestación a la pregunta de uno de sus discípulos quien le preguntó: “Antiguamente hubo hombres que vieron a Dios; ¿Por qué hoy no los hay? El rabí respondió: “Porque hoy nadie puede humillarse tanto. Hay que humillarse algo para sacar agua del torrente”. El Señor dio la vista a un ciego llamado Bartimeo. Oyó El Señor su clamor desesperante y le dio su vista (Marcos 10:46-52). Creo que la desesperación de Bartimeo debe ser también la nuestra. Debemos pedir que nuestra vista espiritual se nos aclare cada día más para mirar el significado del pasado y conectarlo con el presente para ver de esa forma el porvenir profético (ICrónicas12:32). Si ha habido un tiempo en que es imperativo tener nuestra vista espiritual operando a su capacidad máxima es en este último tiempo, porque este tiempo trae consigo los últimos acontecimientos antes de la venida del Rey de reyes. Recordemos que El Señor empieza su explicación de las señales del fin con la palabra: “Mirad que nadie os engañe”. (Mateo 24:4). Cuidémonos entonces de las enfermedades que causan ceguera, como lo es la diabetes espiritual, la cual se ocasiona, entre otras razones, por medio del consumo de la azúcar en demasía. Existe un volumen grande de cristianos diabéticos que son resultado de las comidas dulces que hoy en día se sirven en los banquetes de mensajes que estimulan las emociones y solo satisfacen los sentidos naturales pero dejan el hombre interior debilitado y hambriento y miope. Muchos de estos cristianos no se interesan en el crecimiento, solo desean “tener un buen tiempo en El Señor”. No pueden comer los rollos de Dios que muchas ocasiones son amargos (Apoc.10:9-11), pero traen los elementos que nos dan fuerza sólida y duradera, a nuestros órganos espirituales. Que Dios nos ayude para que nunca desechemos los manjares de Dios que contienen la nutrición balanceada y la medida exacta que cada uno necesitamos para un desarrollo sano y fuerte para llegar hasta el fin con las fuerzas y la vista de un vencedor.

Vuestro Hermano,

Felipe M. Nava

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